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El Arte de decir “adiós”


Definitivamente creo en la vida como un Arte Mayor, de todas la expresiones artísticas, aquellas que transforman nuestra experiencia de vivir, las realzan y le dan un significado más profundo son las que merecen mi mayor atención.

Quizás puede sonar como un disparate que defina como arte al echo de "decir adiós", pero si lo analizamos desprejuiciadamente entonces veremos que se trata de una actividad que requiere estudio, entendimiento, práctica y dominio. Y en resumidas cuentas, para mí : "o todo es arte o nada lo es" ; siempre dependerá de la forma ( y contenido) con la que el individuo la asuma.


En nuestra fugaz e intensa vida, separando las enfermedades, los accidentes, y todas aquellos eventos que escapan a nuestra voluntad, “la despedida” (intencional o involuntaria) de seres queridos es causa de dolores profundos y puede llevarnos a un mar de tristezas irresueltas que durarán el tiempo que nos tomemos en aceptarla. ¿ Por qué a unos les cuesta tanto decir adiós, y a otros les resulta tan fácil ?. El mundo subjetivo de cada individuo es tan vasto como el universo, y podemos hacer muchas conjeturas, pero ciertamente hay una configuración diferente en la forma que asumimos el "adiós", y más allá de la predisposición biológica-mental están las herramientas adquiridas en el devenir de los años vividos, donde invariablemente nos enfretaremos muchas veces al temido " adiós", e iremos construyendo nuestro "método". Unas veces será un circulo vicioso, otras una espiral virtuosa que nos pondrá a prueba en cada despedida. En ocaciones hibernamos el dolor y estiramos su vida por no saber decir adiós, como consecuencia , al confesarlo, el apego y la dependencia se alojan en él, torturándonos sádicamente a cada instante . Otras, adelantamos el adiós, por miedo o ignorancia, por no saber manejar las emociones, y una vez más nos sentimos mal, sostenidamente mal al sentir haber echo lo incorrecto y pensar en "lo que pudo haber sido si" . Entonces, ¿cuando es el momento perfecto para el adiós ? yo diría que ningún momento es bueno, pero cualquier momento lo es, depende, sé que suena a una "filosofía cantinflezca" mezclada con la Relatividad de Einstein pero así de inexpresable es este asunto. Yo prefiero decir que siempre hay que estar listo para decir adiós, por que vivimos a la orilla de un puerto donde estamos recibiendo y despidiendo personas todo el tiempo, entenderlo, y hacer un arte de ello puede ofrecerte una tranquilidad y equilibrio que vale a pena intentar. Recuerda que el inconsciente es como un niño muy poderoso que acepta las historias que tu sea capaz de contarle, pero para que esto suceda tienen que poseer dos ingredientes básicos : coherencia y credibilidad ; si aprendes a contarlas bien, el inconsciente las aceptará como historias reales, ¿a qué me refiero con esto?, que en las despedidas debes escoger muy bien la historia que te quieres contar, no me refiero a engañarte tontamente porqué no cumplirlas con uno de los ingrendientes básicos antes mencionado, y entonces el sabor de tu "mentira" sería vomitado automáticamente; pero si podrías escoger el aspecto nutritivo de la historia ( sea cual fuere) que más te complazca, y que cristalice trayendo como resultado tú paz.


El primer paso (de muchos) sería hacer una revisión de tus " adioses", encontrar en ellos un patrón, pero no lo hagas superficialmente, sé sincero contigo, descubrirás aspectos tónicos de ti, luego revisa esos acordes y melodías que siempre suenan en tus "adioses" y poco a poco podrás escribir mejores canciones, y cuando vengan esos momentos

( porqué invariablemente así será ) sentirás dentro de ti las notas correctas para cada ocasión, y tus desafinados ayeres serán parte de la práctica que te han convertido en "Maestro".




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