IMPOSIBLE IGNORAR

Hay un momento crucial en la vida del individuo, y es : cuando deja de ser víctima para convertirse en protagonista de la solución.
Mi experiencia durante años dentro de la Ciudad de México es que poseemos la certeza compartida de que nuestro aire está contaminado ("es obvio"), pero sobre todo, aceptamos el echo como algo inevitable y distante a la vez, como las guerras del Oriente, o las hambrunas en África ; y cuando la posibilidad de muertes en series por culpas de voluntades humanas se vuelven aceptables, entramos en una enfermedad colectiva del comportamiento social. En estos casos, cuando la causa de la enfermedad se vuelve invisible al enfermo, en ocaciones, el camino más efectivo es que sienta en carne propia la amenaza de muerte. La ironía radica en que precisamente nuestras ganas de una vida mejor nos está empobreciendo la existencia , "el aliento" que nos impulsa a desarrollarnos nos esta dejando sin aire, y a este paso moriremos asfixiados antes del alcanzar la meta.
Desde las navidades pasadas comencé con los problemas respiratorios, al principio pensé que era gripe, luego alergia, pasé por episodios de asma y muchas complicaciones relacionadas a la respiración; al final terminé tomando durante tres meses (autore-tándome) corticoídes y antiestamínicos, y el día que no lo hacía lloraban mis ojos , mi nariz, al caer la noche una presión en el pecho señalaba mi frágil humanidad. Pensé que era el polen (absurdo en mi caso), polvo en el cuarto ( limpie a profundidad), el jabón ( lo cambié), la pareja (la cambié también jajaja) y todo lo que sentía que podría detonarlo, al final me dí cuenta que era el aire circundante, y que no tenía forma de escapar de él, al menos no si la idea era vivir allí. Reconozco que un motor muy importante para mi reciente migración fué no poder respirar bien, porque puedes ser feliz con muchas cosas , pero un ingrediente que no puede faltar es la salud.
Leyendo las noticias de las contingencias en la Ciudad de México mis pulmones exclamaron -"viste, te lo dije", mi corazón sintió la tristeza del hogar anterior, la empatía que proviene del querer, la culpa de quién se sabe parte del problema, la responsabilidad de quién es parte de la solución. El mensaje es claro para todos, ricos pobres, buenos y malos, víctimas y verdugos, compartimos el aire como una forma invisible de nuestra hermandad, es la sangre que nos une a todos y debemos de hacer una tregua en nuestras "discusiones" por civilizarnos, sea lo que sea que estamos haciendo lo estamos haciendo mal, y hay que cambiar de dirección.
Si algo puede unir las voluntades, es nuestra necesidad de sobrevivir , y para ello tendremos que pensarnos como un organismo vivo que necesita todas sus partes para vivir, TODAS.