La tiranía de la adicciones

No existe un manual específico de como derrotar a las dictaduras, pero en todas es necesario las guerrillas, esos movimientos clandestinos impulsados por convicciones profundas de recuperar la libertad a cualquier precio, y estar dispuesto a morir en el intento. No hablo de gobiernos externos, hablo del universo caótico del individuo que ha perdido el control del sí mismo en sus múltiples formas. Quizás sea esta la materia que más domino, y en la que de alguna manera me siento un especialista, y mis áreas más fuertes son: El alcohol, la cocaína, Lsd, ansiolíticos y el casino, específicamente el Black Jack y el póker. El cómo llegas a ser dominado por ellos requiere de un análisis más profundo que el paradigma de una personalidad débil, una voluntad estéril y un millón de traumas irresueltos. Me atrevo a decir que más allá de esa afirmación, se encuentra un individuo que no acepta y no se conforma con su realidad, que lleva en sí anhelos que no coinciden con el mundo que le rodea, y que en el laberinto de la existencia pierde su camino en las distracciones que ofrecen los parques de diversiones creados por un Sistema, que conoce en profundidad como operan la psicología humana. La batalla se debate entre el embote de los sentidos o el reconocimiento de tus poderes, entre el "camino fácil" que producen los químicos creando espejismos que te alejan, o el camino arduo que te enfrenta a demonios internos convirtiéndolos en aliados de una realidad propia. Y es que las adicciones provocan una oportunidad única de tomar un curso acelerado de autodescubrimiento, haciendo un viaje express al país de los miedos, los complejos (del que todos somos ciudadanos) y te ponen contra la pared a responder preguntas existenciales bajo la presión de encontrarte entre la vida y la muerte. La adicción no es una enfermedad incurable, es un arte que requiere dominio, y este muchas veces se adquiere echando a perder el material, enmarañando la pulcritud de una hoja en blanco, destruyendo el mármol que alberga la obra de arte y no siempre ve la luz, al final solo es una pregunta existencial que una vez respondes deja de ser un problema.
Hay espíritus que necesitan las guerras, los conflictos más fuertes para poder sacar de su pecho sus mejores virtudes, porque a veces la vida que pasa ante sus ojos es una imitación aburrida, una obra de teatro que escribió algún mediocre artesano de la política civil al servicio de múltiples formas de esclavitud. En el corazón del adicto se esconde la semilla de la rebeldía, y esa semilla tendrá que romper las piedras del suelo con sus raíces, incrustándose cada vez más hondo para crecer verticalmente hasta alcanzar el cielo.
Las pesadillas desaparecen cuando despiertas. Hay muchas formas de adicciones, unas reconocidas y criticadas socialmente, otras alentadas y aplaudidas como la adicción al dinero, al poder, pero todas tienen el mismo peso y marginan al individuo a la realización de una vida plena.
A ti te hablo, si estás bajo el dominio de cualquier tiranía, sumido en cualquier tipo de adicción, no desistas, sigue tu propio camino hasta alcanzar la libertad total, no una libertad a medias porque te hará infeliz, no podrás seguir los dogmas del ciudadano correcto, seguir sagradas escrituras enunciadas por otros, tendrás que crear tu propia legislación, seguir la voz que emana de tu interior y que has intentado anestesiar. Posees la capacidad atómica para cambiar los estados de las cosas, que surge del dolor, la desesperación, incluso el hastío de tanto placer. Ya lo has vivido todo, eso espero, porque es desde esa riqueza vivencial que puedes trazar el camino de tu voluntad, ahora que ya sabes sin que nadie te lo dijera, que es lo que no te gusta. ¡¡¡ Abajo la dictadura!!!