Vivirlo diferente de nuevo

A veces tengo la sensación de que si pudiéramos recordar todas nuestras experiencias de forma más consciente y agradecidas estaríamos menos ansiosos. En la necesidad imperiosa de lo nuevo, olvidamos que muchas veces esa novedad forma parte de tu archivo, y que de a poco la vida se transforma en querer repetir las mismas experiencias una y otra vez, incluso aquellas experiencias no tan placenteras, tomando un camino opuesto a lo que nos dicta la naturaleza. Si tenemos la dicha de seguir respirando y llevado una vida medianamente común entonces hemos amado y sido amado, una o muchas veces, también deben de haberse cumplido muchas cosas que creíamos imposibles, eso debería de darnos la tranquilidad para enfrentar los próximos tiempos con la confianza que, si pasó una vez, puede seguir pasando. Quizás el enfoque debería cambiar, y más que conseguir ese "objeto" deseado (que seguro aparecerá) deberíamos aprender a disfrutarlo sin el miedo a perderlo, preparando además todo nuestro arsenal emocional e intelectual para que cuando la experiencia llegue sea memorable, y vaciemos todo el néctar ofrecido. Es adentrarnos en el arte de exprimir la vida, porque estoy seguro que ella te ha ofrecido sus manjares, una, otra y otra vez. De esa manera la experiencia se vuelve vertical, y no es solo el trayecto horizontal de un deseo que te lleva de A hasta B, sino una experiencia siempre en evolución que despega de A, hasta A1, A2, A3 ... sin final. Venimos con un software incorporando para cumplir ciertas necesidades, así venimos de fábrica, pero opino que ese software hay que "hackearlo", o quizás, para que no suene violento, hay que llevarlo a su máximo uso y eficiencia de los recursos. Es como tener una computadora de última generación solo para revisar el correo, Facebook o Youtube. No, creo que tenemos herramientas ilimitadas listas para ser usadas, pulidas y llevadas a un punto que pueden hacer de cada experiencia única, extraordinaria. Cuando miro hacia atrás veo un desfile de rostros sublimes, de placeres constantes, de experiencias infinitas de sonrisas, lágrimas, excesos y carencias, y entonces cierro los ojos y las revivo, y cuando los abro de nuevo no hay ansiedad por que ya no busco, ahora solo espero. Sé que los trenes de “las cosas” pasan siempre por la estación en la que espero sonriente, en paz. Solo me preparo para no perderme la experiencia, alejo las distracciones, los miedos, la necesidad insatisfecha, las voces que me dicen cómo debo de disfrutar, pensar o amar.
No me conformo, pero no corro tras la zanahoria, entiendo que la clave está en desarrollarte por dentro, porque es tu interior la mano que pinta el mundo que ven tus ojos y el universo de tus sentidos.